La mas grande de las cobardias

La violencia de género, o machista, es un drama cultural que se cobra una vida cada 30 horas.  Te presentamos un panorama de la situación en Argentina y  la posición de especialistas.

“Te prendo fuego porque está de moda”, le dijo su marido a Emilce antes de cometer uno de los actos más viles que se pueden hacer a cualquier ser humano. Este caso se vivió muy cerca, en Monte Grande. El drama emuló el asesinato de Wanda Tadei, perpetrado por el ex Callejeros, Eduardo Vázquez en 2010. 
Desde el asesinato de Tadei ésta ruín metodología se repitió en 52 casos, según el Observatorio de Feminicidio “Adriana Marisel Zambrano”, coordinado por la  organización Casa del Encuentro.

“Argentina no cuenta con cifras oficiales de feminicidios. Entre 2008 y 2011 fueron asesinadas casi 1.000 mujeres por violencia de género. Sin embargo, los casos más resonantes que se asoman a la prensa son aquellos en los que se utiliza un arma: el fuego”, aseguran desde la organización.

Según un estudio de la Casa del Encuentro un total de 282 mujeres y niñas fueron asesinadas durante el  2011. En la mayoría de los casos, los maridos o ex parejas fueron los responsables directos de las muertes.  Los dos grupos más importantes de víctimas fueron mujeres de 31 a 50 años, que representan el 35%, y jóvenes entre 18 a 30, con el 31% del total.

El femicidio, es la manifestación más dramática de la violencia contra las mujeres. A la cual se agregan  numerosas facetas que van desde la discriminación y el menosprecio hasta la agresión física o psicológica.
La violencia machista es todo tipo de acción ejercida contra la mujer por su condición de mujer. Esta violencia es consecuencia de la histórica posición de la mujer en la familia patriarcal, subordinada al varón, carente de plenos derechos como persona.

Florencia Cremona, titular del Centro de Comunicación y Género de la Facultad de Periodismo de la Universidad nacional de La Plata, sostuvo que existe una cuestión muy concreta a tener en cuenta que es la desigualdad de género como “pauta cultural”.

“En el mercado laboral hay una inserción desigual, el derecho es desigual, en la sexualidad hay condiciones desiguales, y eso hace que las víctimas de violencia sean las mujeres. Es decir, hay una pauta cultural que justifica la violencia de género hacia las mujeres”, explicó.

Para Cremona, “el primer problema es derribar esa barrera cultural y dejar de ver este tema como borde, que es por lo que trabajamos nosotros en el Centro de Género. Dejar de mirarlo como un tema que puede ser o no tomado, y empezar a verlo como una cuestión para pensar la política, la comunicación, y sobre todo, la política pública”.

“Para profundizar la justicia social hay que trabajar la justicia de género primero; porque el derecho a una vida sin violencia y plena de derechos es como el punto cero”, sostuvo la académica.

La periodista y psicóloga Liliana Hendel, forma parte de la Red PAR -Periodistas de Argentina en Red por una comunicación no sexista-. Hendel sostiene que: “En nuestro país, que hemos avanzado tanto y tenemos leyes que nos protegen, muere una mujer por día a manos de un hombre que ha decidido matarla”.
La periodista que se desempeña en canal 13 se refirió al femicidio como “la expresión de mayor violencia. Pero además hay otro tipo de violencia porque en el mundo, las mujeres ganamos menos por el mismo trabajo”.

En nuestra región, “las mujeres no podemos decidir todavía sobre nuestro propio cuerpo. Desde la Red Par junto con muchas otras organizaciones buscamos generar lo que hoy denominamos ampliación de derechos”.

Para la especialista del Centro Encuentro Ada Rico “Hay un circuito del que la mujer victimizada no puede salir. Hay que ayudarla. Su familia es muy importante para comenzar a romper esa cadena. A nuestras charlas vienen muchas mujeres, pero también padres, hermanos, amigos. La clave es que la mujer golpeada, vulnerada, tenga contención, y para ello se deben tener herramientas para ese abordaje nada sencillo. En ocasiones, las familias o afectos intervienen de manera errónea, profundizando el distanciamiento, encerrando aún más a la mujer victimizada. Luchamos para que las redes funcionen, desde lo público y con el apoyo de organizaciones independientes, sin embargo sin el apoyo de los afectos, estas mujeres están condenadas. Se requiere voluntad, pero también mucha paciencia, para que la víctima logre dar ese pasito que la libere. Y tienen que saber que no están solas”, aseguró Rico.

“El circuito de la violencia en las parejas consiste en humillaciones, probablemente golpes, luego el pedido de perdón, las promesas de cambios, y la reconciliación, que nosotras llamamos Luna de Miel. Ellas quedan prendidas de ese último momento, pero el círculo siempre vuelve al comienzo, otra vez con el sometimiento, tal vez en mayor grado. Y ahí, en ese punto, hay que trabajar mucho, porque es complicado llegar a romper el caparazón”, sostuvo la integrante de La Casa del Encuentro.

Todos los viernes, en la asociación se realizan charlas donde participan diversos especialistas y mujeres victimizadas que concurren buscando una salida al infierno. Por orientación, se debe llamar al teléfono 4982- 2550. “Es muy importante que la familia participe y acompañe a la víctima. Y la sociedad en conjunto debe comprometerse a no callar, no silenciar este drama”, cerró Rico.

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