Fantasías: desarrollá tu imaginación sexual

Las fantasías siempre son muy nombradas en las parejas, pero no todas las llevan a cabo. Por esto, consultamos a la Lic. Virginia Martínez Verdier para consularle cómo hacerlas realidad.



Prepárese para responder una pregunta insólita. ¿Usted, qué prefiere? ¿Que su pareja haga el amor con usted pensando en otra persona o que haga el amor con otra persona pensando en usted? No la responda desde lo que piensa, hágalo desde lo que siente, desde su primera impresión, desde el impacto.  ¿Ya respondió? No es una pregunta tramposa. Apunta al erotismo y a las fantasías sexuales. Los seres humanos nos diferenciamos de los animales, entre otras cosas, porque hacemos de nuestra sexualidad una actividad erótica, ligada al placer, no sólo a la reproducción, esto nos dijo la Psicóloga y Sexóloga Virginia Martínez Verdier

Nuestro erotismo se despierta por los estímulos externos que reciben nuestros sentidos: el tacto, el oído, el olfato, el gusto y la vista, y por estímulos internos: las fantasías y los recuerdos.

Parece ser que varones y mujeres tenemos diferencias en la preponderancia que le damos a determinados estímulos, así como también tenemos diferentes tipos de fantasías.
Luego de las protestas habituales ante la pregunta inicial, y de la negativa a elegir alguna de la dos; en general, los varones responden que prefieren estar con su pareja aunque ella piense en otro. Y es una respuesta típicamente masculina, ya que el varón prefiere lo concreto, lo palpable, lo seguro, que puede controlar en el momento. Total, como dijo alguien: “de su mente no me entero”. Ojos que no ven, corazón que no siente...

En cambio, generalmente, las mujeres prefieren que su pareja haga el amor con otra pensando en ellas. Y esto es así, porque el erotismo femenino es más romántico. Para ellas es más importante ser dueñas del alma que del cuerpo de su amado. “Si piensa en mi, aunque esté con otra, es porque me quiere a mi”. Pero, deteniéndonos en las fantasías sexuales, sabemos que, entre otras, existen las concordantes (se piensa y actúa con la misma persona) y las discordantes (no coinciden la persona real con la fantaseada). En este último caso, podemos pensar que el amor está llegando a su fin o que la rutina lo está adormeciendo, o, simplemente que la actividad fantasiosa es rica y personal.

Fantasear no siempre significa deseo de convertir esa fantasía en realidad. Sólo puede ser una parte más de nuestro erotismo. La fantasía suele ser un reino mucho más oscuro de lo que el común de la gente imagina o admite. Para muchos, fantasear es una "actividad solitaria" tan reprobable como la "actividad solitaria " por excelencia: la masturbación, y por lo mismo se avergüenzan.(Cuánto lo lamento por ellos) No es fácil madurar la propia sensualidad (no, no me equivoqué: no iba la "x" ) y admitir que se puede fantasear absolutamente con todo lo que se desee: no hay límites para la imaginación y eso vale para algo tan primordial como el sexo.

Sin fantasía, no habría enamoramiento porque ¿qué es enamorarse sino fantasear sobre las cualidades del otro? Sin ella, el amor se limitaría al hecho de adquirir el hábito de convivir más o menos amigablemente con alguien, por lo general del sexo opuesto, a veces con fines reproductivos, y con un interés más o menos comunitario. Un verdadero asco, a mitad de camino entre la Utopía y el marxismo.

Fantasear no es perverso: es necesario, maravilloso, generador de emociones nunca antes experimentadas y de experimentos emocionantes nunca antes probados. Puedo dar fe de ello. Y también puedo dar fe de que la fantasía compartida en pareja es una de las manifestaciones eróticas más movilizantes del ser humano: es liberarse frente al otro y permitirle al otro ser libre a nuestro lado.

En la vida sexual, las fantasías son un aliado necesario y gratificante. Constituyen puntos de apoyo fundamentales para el despliegue del erotismo. Como un estímulo que despierta el deseo, continúan desarrollándose durante el estado hipnoide que implica dejarse llevar por la excitación, apareciendo con más facilidad la transgresión de normas o valores que no se actuarían manifiestamente.

Sin embargo, muchas personas suelen temer a sus fantasías sexuales, tal vez porque ellas no coinciden con lo que es su vida real. Creen que si fantasean puedan desear llevar esas fantasías a la acción y hacer algo que no está permitido por su propia conciencia.
Estudiosos de la vida imaginativa de las personas en relación a su sexualidad han descubierto que las fantasías suelen ser uno de los elementos con mayor resistencia a ser compartidos con otros, aún con la propia pareja. El miedo, la vergüenza, el pensar que sólo uno es el que imagina “semejantes cosas”, suele actuar como inhibidor de las fantasías y de su comunicación.
 
La culpa empobrece la imaginación e, incluso, lleva a algunas personas a adoptar conductas sexuales totalmente opuestas a su fantasía por temor a ser descubiertas y criticadas. De este modo, también su vida sexual se ve empobrecida, porque estas personas manifiestan actitudes durante el encuentro sexual que realmente no sienten como satisfactorias.

Las parejas que se permiten fantasear y compartir sus fantasías, suelen jugar a que las llevan adelante y ellas incrementan su erotismo.

Las fantasías sexuales cumplen con varias necesidades. Generalmente tienden a completar una necesidad insatisfecha, cuando ésta se logra, ya no se necesita de esa fantasía en particular.
- Algunas personas acuden a ellas para separarse de su pareja real durante la relación sexual, en su cabeza están con otro.
- Otras recurren a ellas para salir de la rutina del encuentro incluyendo o no a su pareja en su imaginación.
- Otras las utilizan para hacer con su mente lo que no harían con su cuerpo.
- Otras las utilizan simplemente para enriquecer el momento sexual.
- Hay quienes fantasean estando solos, y en su autoestimulación se sienten acompañados.

Una fantasía puede ser muy erotizante en un momento de la vida, perder su estímulo durante un tiempo y volver a recuperarlo más adelante. Resulta interesante saber que sin fantasías la vida sexual plena es imposible. Aunque compartimos con el resto de los animales nuestra sexo genitalidad instintiva, lo que nos diferencia de ellos es nuestra vida anímica, nuestras emociones, nuestra imaginación, nuestras vivencias espirituales, en síntesis nuestro SER humanos.

Fantasear nos recuerda que somos humanos, que automatizarnos sexualmente, como en cualquier otra área de la vida, no nos permite vivir plenamente.

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